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Channel: Surrealismo Internacional
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Nuevos poemas en escalera

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Una nueva tanda de poemas en escalera ha publicado el Grupo Surrealista de París, ahora con el título de Le myriapode intermittent.
Recordemos el procedimiento de este juego: mientras que se va hablando en la tertulia del café, una hoja circula, escribiendo cada participante tres versos (“tres líneas que siguen un camino tortuoso / hacia la luz de las estrellas apagadas / antes de zambullirse en el abismo de un punto y coma”), a los que añade el siguiente otros tres, pero solo pudiendo ver el último de los anteriores. El título se obtiene con algunas de las palabras que aparecen al principio o al principio y al final. A los doce poemas anteriores se suman ahora dieciséis, de nuevo en la más pura tradición de espontaneidad lúdica del surrealismo, con un resultado cercano a la poesía de Benjamin Péret. Visitantes que se incorporan ahora al miriápodo son Krzysztof Fijalkowski, Sarah Froidurot, Régis Gayraud, Sophie Philippe, Michael Richardson, Mayorie Rouveyrol y Bertrand Schmitt.
Con regocijo, en el momento en que acabo de conseguir dos Fantômas posteriores a la saga clásica, o sea de los solo escritos por Marcel Allain, veo reaparecer al Maestro del Terror al final del poema “El do mayúsculo”: “De repente la montaña se partió en dos, dejando / abierta la fisura reluciente, el antro secreto. / El hombre avanza prudentemente en la sombra. / ¡Es Fantomas! Normalmente, él no es / tan prudente puesto que es él quien dirige / la danza y el corazón ofrece al cielo / las flores de la muerte del borde del camino, / sueño de la libélula que se posa sobre la lámina / del cuchillo con el cual yo he degollado al profeta / esa noche, sobre la playa de Copacabana, / mientras que Saint Pol Roux escribía su más bello poema”.
En el poema anterior a este, “El mar se manda a mudar”, hay una alusión a “los brazos de Alicia”, que nos evoca el libro publicado el año pasado en Dark Window Press Alice, the looking glass threw, resultado de otro juego colectivo, aunque en este caso a través del correo y con collages y collages-pinturas. También cercanamente, tenemos las colaboraciones del grupo Cornucopia, de nuevo con el resultado de un poeta/artista que suma las energías colectivas.
En la ilustración de la portada, quizás de Pierre-André Sauvageot, vemos el interior mejorado del Café L’Éscalier, donde bien nos gustaría entrar a tomar un oporto o una absenta en otra de esas sesiones intermitentes de escritura colectiva.
“Las O de las noches no encuentran nunca / las A de los días”.

Rik Lina y las texturas de la imaginación

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Rik Lina/Mário Cesariny, Pintura automática colectiva, 2001

La exposición de largo aliento y duración que Rik Lina celebra en Famalicão –“Rik Lina. Texturas da imaginação”– ha generado un buen catálogo del Centro de Estudos do Surrealismo de la Fundação Cupertino de Miranda. Perfecto E. Cuadrado, coordinador del Centro, lo abre con un texto, “La piel al borde del abismo”, que funciona como óptima presentación, mientras que Laurens Vancrevel, con “Los dominios privilegiados de Rik Lina”, vuelve a ocuparse de un artista al que conoce mejor que nadie, en este caso trazando la relación de Rik Lina con Brumes Blondes desde la explosiva exposición “Sol negro/Flor de revuelta” (1969), con los azares que propiciaron el encuentro, así como ocupándose de la conexión portuguesa, en particular por la amistad con Cesariny y Cruzeiro Seixas, anunciadora del final establecimiento en la zona del Cabo Mondego.
Del propio Rik Lina hay un escrito, “La paleta de la profundidad”, sobre el color, que concluye con estas palabras: “El pintor de hoy tiene la opción de escoger entre ajustarse a la insipidez de la sociedad moderna y usar su fuerte paleta (pero superficial y limitada, adaptada a las demandas de los media modernos) u orientar una vez más sus trabajos a los colores vivos existentes en la naturaleza y desarrollar su paleta personal con los nuevos matices y tonalidades naturales”. Pero además hay una entrevista con António Gonçalves, director artístico de la Fundación, que traduzco más abajo.
El catálogo presenta obras de los años 60 hasta el inicio del nuevo siglo y lo entrecortan poemas de Laurens Vancrevel, Aimé Césaire y Erik Lindner. Incluye Retrato de Mário, Artur’s jungle, Hot mountain’s –homage to Mário Cesariny y una pintura automática realizada con Cesariny, lo que dice bastante acerca de la estrecha amistad y colaboración artística entre estos tres nombres cimeros de la expresión plástica surrealista. Como ilustraciones de esta nota, he elegido la pintura automática con Cesariny, Multiversum y Little red rooster, este por fundir mi vieja afición a los gallos finos (aunque se trate aquí del no menos belicoso quíquere) con la igualmente añeja de los blues (Little red rooster es un muy conocido blues de Willie Dixon, con infinidad de versiones entre las cuales la primera y mejor la de Howlin’ Wolf). Pero igualmente podían haber ido El planeta rojo, Danza solar, Visión de la estrella de mar, La visión de un tronco, Sepias, El zepelín, Bardo, Piedra cósmica, La noche de la ola, Echa a volar una cometa, alguno de los frottages reproducidos al comienzo del catálogo, cualquiera de los grafitos de la serie Espuma ardiente o cualquiera de las acuarelas y aguadas de la serie de las montañas. Obras, todas, espléndidas.

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Amsterdam es la primera ciudad donde se instala para estudiar y donde viene a vivir y trabajar. De ahí parte para los viajes y para habitar otros lugares, pero ahí vuelve siempre. ¿Qué lo liga a Amsterdam? ¿Esta ciudad influenció su obra?
–No fue solo Amsterdam. Crecí en cuatro ciudades (Maastricht, La Haya, Rotterdam, Amsterdam), y por eso la vida metropolitana tuvo su influencia, pero también pasé toda mi juventud en la naturaleza, en el agua, que está por todos lados en los Países Bajos; andaba en barco por los lagos, por el litoral, y exploraba los bosques de Limburgo. Me siento en casa en las dos selvas: la ciudad y la floresta.
Incluso antes de estar en la academia de artes (1961-1965) yo ya pintaba, y también viajaba; Francia, España y Turquía me influyeron directamente. En el sur, reconocí los colores de mis sueños. En 1965 recorrí el Mediterráneo, todos sus países, con Elizé, haciendo dedo.
Rik Lina, Little red rooster, 1968
¿Es en Amsterdam donde tiene lugar su incursión en el movimiento surrealista?
–Cuando me uní a la revista surrealista holandesa Brumes Blondes, mi amigo el poeta Laurens Vancrevel me puso en contacto con el movimiento Phases, fundado por el crítico de arte y poeta Édouard Jaguer; Mário Cesariny y Artur do Cruzeiro Seixas también pertenecían a Phases.
El jazz y la poesía son también dos áreas donde desarrolla su trabajo; ¿cuál es la ligazón con su obra plástica?
–Para mí no hay pintura sin poesía y sin jazz. Como decía mi amigo el poeta Ted Joans, “el jazz es mi religión”. Pienso que la mayor parte de la pintura es conceptual o planeada, apenas tocando la poesía lateralmente... Para mí, como pintor automático, la poesía es esencial, es lo más importante. Yo ya era un pintor automático antes de contactar con los surrealistas, puesto que me interesaban mucho las formas de pensamiento del Extremo Oriente, como la pintura zen, donde pintura y poesía son la misma cosa.
Viajó mucho y desde muy joven, un descubrimiento que lo llevó a establecerse por largos periodos en otros lugares, como el sur de España o el norte de África. ¿Qué lo condujo a estas experiencias y cómo se reflejaron en su pintura y su dibujo?
–El deseo de un contacto con otras culturas, la libertad de escoger elementos de diferentes culturas y modos de pensamiento, de poder olvidar mis antecedentes y ligarme a personas completamente diferentes, tanto en términos sociales como artísticos, pues para mí la experiencia artística colectiva es muy importante, casi tanto como mi vida personal de pintor. Me gusta mucho traer la alegría y el entusiasmo de la música colectiva, como en el free jazz, a la experiencia pictórica; siempre estoy buscando maneras de organizar esa posibilidad.
Al vivir en una isla y con la práctica submarina, descubre otro mundo que no estaba a nuestro alcance. El color va a aparecer con una fuerte vivacidad. ¿Puede hablar de esa experiencia y de cómo ella invade su proceso creativo? Aparte de eso, algunas experiencias con LSD permitieron unas cuantas resoluciones en las experimentaciones que realizaba; ¿eran “mundos” nuevos que se abrían?
–Cuando comencé a bucear, en 1975, descubrí mundos totalmente nuevos y surreales; todo era completamente diferente de nuestra experiencia. Todas las formas y colores, todos los tipos de crecimiento, movimiento, gravedad, presión, etc., todo es totalmente diferente, aunque algunos aspectos me recuerden experiencias psicodélicas pasadas. Claro que todo eso influyó fuertemente en mi manera de pensar y trabajar... ¡Tuve que volver a comenzar a partir de cero! Una de las cosas más importantes era el equilibrio ecológico de toda la naturaleza, algo que nunca tenía sentido antes, pero que se hizo tan claro para mí en ese momento... la idea de que todo, vivo o muerto, animado o inanimado, es interdependiente, como si todo estuviera ligado por líneas invisibles. ¡Todo eso está ahí! Son cosas que pueden realmente ser vistas debajo del agua –algo que también observé más tarde, al trabajar en las florestas subtropicales.
¿Cómo llega al surrealismo portugués? ¿Con qué autores portugueses estableció contacto?
–Como dije anteriormente, el contacto se hizo a través de mi amistad con los artistas ligados a Brumes Blondes y al movimiento Phases. Comencé a leer poetas y escritores portugueses y brasileños. Artur do Cruzeiro Seixas y Mário Cesariny me visitaron en Amsterdam y nos mantuvimos en contacto a través de cartas y del intercambio de piezas artísticas. Por ejemplo, Artur y yo nos mostrábamos siempre el uno al otro las experiencias que estábamos haciendo. Nos convidábamos mutuamente para exposiciones colectivas en Portugal y en los Países Bajos.
¿Cómo define aquellos años en las relaciones de los artistas en el movimiento surrealista que se extendía por el globo?
–Tras la muerte de André Breton, el grupo surrealista decidió pasar a una existencia “subterránea”, lejos de las candilejas del mundo artístico oficial. En ese mundo artístico de la “moda”, casi todos parecen pensar que el surrealismo ya no existe, cuando, al contrario, se encuentra más activo que nunca. Los surrealistas no se interesan por el mundo artístico moderno porque hay pocas cosas interesantes que acontezcan en él. Lo que más hay son infinitas repeticiones de invenciones dadaístas... como el conceptualismo, que es el academicismo moderno, guiado por motivos comerciales. Por lo demás, incluso en el pasado las relaciones entre el arte y el surrealismo fueron siempre muy nebulosas... había unos surrealistas que hacían arte, y unos artistas que se hacían surrealistas. Continúa siendo así.
En Holanda, y particularmente en Amsterdam, como se desarrollaba el trabajo del grupo?
–Nunca hubo actividades de grupo oficiales en los Países Bajos, solo relaciones amistosas entre varias personas, pero la revista holandesa Brumes Blondes era internacional y usaba muchas lenguas diferentes; su última publicación importante, que apareció en 2014, Ce qui sera/What will be, no contiene ni una palabra en holandés. Mi revista internacional Droomschaar, publicada en los inicios de los años 90, contenía textos en cuatro lenguas, y nuestro grupo CAPA (Collective Automatic Painting Amsterdam) colaboraba con pintores de todo el mundo.
El dibujo y el grabado tuvieron en estos años una fuerte presencia en su trabajo, en tanto base experimental que luego se integraba en la pintura. ¿Esta práctica le da la libertad que defiende como artista?
–Dibujo desde que me acuerdo –mi madre me contó que, de pocos meses, garabateaba la pared con mi mierda... ¡bella metáfora para el arte de la pintura! El noble arte alquímico de la litografía (me refiero al trabajo con placas litográficas, a semejanza del gran maestro artista gráfico Odilon Redon, no a las técnicas de offset y digitales que hoy usan ese nombre), estudiadas en la academia, habrá sin duda dejado su marca en mi modo de pintar: constante experimentación, meditación alquímica y repetición ritual de técnicas automáticas.
Sus viajes continúan y decidió en los últimos años pasar a tener un estudio en Portugal, en el Cabo Mondego. ¿Qué lo hace vivir por aquí?
–Después de muchos años viajando y buceando, decidimos establecernos en Portugal, en la costa salvaje y rocosa del Cabo Mondego, donde tengo ahora mi segundo estudio, tras el de la mágica ciudad de Amsterdam... Además, iniciamos con un grupo de jóvenes poetas y pintores surrealistas la actividad colectiva Sección Cabo Mondego, para traer un fuego surrealista a esta fascinante y viva escena artística en Portugal.

Rik Lina, Multiversum, 1969

Miscelánea

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Ya se ha publicado el n. 4 de los Cahiers Benjamin Péret. Con la calidad de presentación que lo distingue, incluye un formidable dossier titulado “El Brasil de Benjamin Péret”, imprescindible a partir de ahora si se quiere conocer bien la relación esencial mantenida por Péret con aquella geografía y aquella cultura. Completan este número, por lo que a material destacado se refiere, una recopilación de textos sobre Saint-Cirq-Lapopie, dos cartas de Maurice Heine a Benjamin Péret que permiten una bella semblanza del estudioso de Sade por Georges-Henri Morin, un muy rico estudio de Jerôme Duwa sobre las fotos etnográficas de Péret (encajable también en la sección brasileña), otro de Gaëlle Quemener sobre los paralelos poéticos entre Péret y Georges Henein y otro de Jean Bazin sobre las cajas de Gilles Ghez.
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Murió hace pocas semanas Guy Flandre, quien en 1988 fundó con Peter Wood, Claudette Lucand y Óscar Borillo The Hourglass Association, con muchas ediciones, exposiciones y otras actividades a lo largo de la docena de años siguientes. Guy Girard, que lo conoció en el momento de unirse al grupo surrealista parisino, lo evoca como “una persona discreta pero calurosa con sus amistades, que tenía una bella colección de arte oceánico y surrealista (con algunos Toyen) y al que era siempre un placer rendirle una visita”.
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Los días 26, 27 y 28 de noviembre tendrán lugar en Famalicão los IX Encontros Mário Cesariny. Incluyen la proyección del documental de Perfecto E. Cuadrado sobre Cesariny y el lanzamiento de dos publicaciones: António Maria Lisboa –lembrança e homenagem (n. 14 de los Cadernos de Estudos do Surrealismo) y Um sol esplendente nas coisas, Alberto de Lacerda, Mário Cesariny.
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Anotamos hace un par de semanas la aparición del n. 12 de Agulha, sin reparar en que se nos había escapado el 11, también con importante material sobre el surrealismo, empezando por una breve (aunque no actual) entrevista a J. K. Bogartte, quien ilustra con sus invenciones admirables todo el número. Lamentablemente, las preguntas de una tal Judith Moriarty (el apellido tiene que ser pura coincidencia) no están a la altura, como cuando califica las imágenes de Bogartte como “tristonas y condenadas”, lo cual le rechaza el propio entrevistado.
Otra entrevista, a Enrique Molina, es bien conocida. Como ocurre en todas las que se le hicieron cuando era ya un poeta tan consagrado como para presidir los jurados de redacción juvenil de la coca-cola, desbarra desde el principio, aquí con necedades sobre lo que llama con desprecio el surrealismo “francés”. Y uno no puede sino rugir como un banco de cachalotes macrocéfalos que combaten entre sí por una hembra preñada.
El surrealismo portugués es objeto de un trabajo sobre el teatro y de otro sobre la conflictiva relación entre Luiz Pacheco y Mário Cesariny, este por António Cândido Franco. Luiz Pacheco me pareció siempre un energúmeno que no me daba señales de ningún impulso ascendente, sin los cuales yo no puedo sentir interés por nada ni por nadie, y para entender la confrontación con Cesariny, llena de menudencias, había que estar en el ajo. El problema no era ese, sino que aquel ajo no resultaba apetecible, o sea, que todo aquel intrincado entramado de trapos sucios en que no parecía jugarse nada esencial no justificaba el gasto de energía que requería entenderlo. Debido a eso, por su carácter resumidor y aclaratorio, creo que acaba valiendo más este artículo de António Cândido Franco que toda esa larga y tediosa polémica entre Cesariny y Pacheco. El investigador a quien ya tantísimo deben los estudios sobre el surrealismo portugués, celebra la violenta polémica por haber sido capaz de decir cada uno lo que le parecía, sin traba alguna, en una época de general amordazamiento. En este sentido, pero creo que en ningún otro, sí que se podría considerar, aunque tampoco estoy seguro de ello, una polémica ejemplar.
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La revista Midi-Pyrénées Patrimoine dedica a las “huellas meridionales del surrealismo” su n. 43, noviembre de 2015. El sumario no puede ser más sugestivo, ni comenzar de mejor modo, ya que se ocupa de un grupo surrealista constituido en 1933 en Tolosa, llamado “Trapèze volant”. Luego hay textos sobre el refugio sureño de los surrealistas entre 1940 y 1945, sobre Artaud, Ferdière y Delanglade en Rodez, sobre Breton en Saint-Cirq-Lapopie, sobre Raymond Borde, sobre Adrien Dax y sobre Carcasonne y Joë Bousquet. En fin, por situarnos en la actualidad, Guy Cabanel interviene para afirmar rotundamente: “Creo en la permanencia del surrealismo”, que en su caso nada tiene que ver con la memez del surrealismo “eterno”. De Cabanel y Robert Lagarde hay un inédito de título “Miradas cruzadas”. Sin duda, habrá que mirar con calma las encrucijadas de este número muy especial de Midi-Pyrénées.
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En la Fundación Joan Miró, hasta el 17 de enero se celebra la exposición “Miró y el objeto”. Y en la Galerie 1900-2000, hasta el 19 de diciembre, una amplia muestra de cadáveres exquisitos y juegos surrealistas.
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La colección de Jean-Michel Place “La cinème des poètes” ha publicado recientemente Aragon et le cinéma (por Luc Vigier) y Brunius et le cinéma (por Alain Keit). Esperemos que el segundo no incurra en las detestables chorradas que sobre esta gran figura del surrealismo vomitó en sus libros el doctor Jean-Pierre Pagliano.
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En el n. 4 de los Cahiers Benjamin Péret hay una curiosa sección titulada “Documentos”, que parece más bien una especie de Cahier Jean Schusterdentro de los Cahiers Benjamin Péret. Uno de los “documentos” (¿?) es el ataque de Jean Bazin y Jerôme Duwa a Alain Joubert y su excelente reseña de las magníficas memorias surrealistas de Radovan Ivsic. Jerôme Duwa continúa aquí su tan incansable como inútil canonización del más famoso empresario de pompas fúnebres de la historia del surrealismo, cuya flácida obra y triste figura a nadie interesan fuera del restringido círculo parisino del historicismo surrealista. Bazin/Duwa acusan a Joubert de manipular la historia, pero lo que sí es manipular la historia es afirmar una continuidad entre el Schuster de la era Breton (un Schuster que aún en 1966 aludía a “la tendencia común a todos los enterradores: limitar históricamente el surrealismo” y a “la peste de todo lo que puede limitar históricamente el surrealismo”) y el siniestro personaje en que se convirtió después, al modo de lo acontecido, por ejemplo, salvas las distancias, claro está, y empezando estas por los bellos tiempos de cada uno, con un Louis Aragon.
Otro “documento” es uno de los típicos mini-textos de M. Courtot. Como siempre que uno lee a este viejo autor cómico, se pregunta cuántos renglones tardará en aparecer la gran obsesión de su vida, o sea esa mágica extinción en 1969 nada menos que del “movimiento surrealista”: en este caso los renglones son 21. Al final, a partir de una cita de Benjamin Péret completamente circunstanciada (y contradicha por el resto de su vida, que transcurrió dentro del más acrisolado surrealismo), incluso lo hace cómplice de los sepultureros del 69. ¿Quizás hasta habría auspiciado Benjamin Péret en 1982 la creación de aquella inverosímil Asociación para la Cultura, Tecnología, Urbanismo, Artes y Letras (¡!), fundada por el sargento Schuster y sus cabos de guardia para poder vivir a costa de la custodia del cadáver del surrealismo? Qué desfachatez, aunque deba reconocerse que medio siglo repitiendo la monumental mentira de que en 1969 acabó el movimiento surrealista lo hace merecedor, como mínimo, de la Legión de Honor.
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Jean-Claude Charbonel,
Kachina armorigen
Pero ni siquiera en los circunspectos Cahiers Benjamin Péret deja de irrumpir el surrealismo post1969, más aún: el surrealismo 2015. En una preciosa comunicación, Jean-Claude Charbonel, uno de los grandes artistas del surrealismo que prosigue (para desazón de los enterradores, intervenía hace solo un año en Ce qui sera/What will be/Lo que será, “Almanaque del Movimiento Surrealista Internacional”),refiere cómo, a partir de la conocida descripción peretiana del castillo de lo maravilloso, identificado con la cabeza de las kachinas hopis, decidió, con objetos encontrados en las arenas oceánicas, realizar una kachina armorigen. “Concluí el montaje por la cabeza en forma de yelmo sobre la cual fijé, a la manera de las alas de un casco galo o de caballero, los dos fragmentos de un corcho de red de pesca. Solo entonces reparé que el corcho tenía inscritas dos letras, seguramente las iniciales del pescador a quien había pertenecido la red: una B y una P invertidas”.
Preciosa, fascinante comunicación, y verdadero “documento”.

Los espectros de Raman Rao

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Un año después de Accidental windows, Raman Rao nos brinda Spectra, que se presenta como una publicación de fotografías propias, a la que seguirán otros números (este es el n. 0).
En Extinción, una de las obras más demoledoras de Thomas Bernhard, Franz Josef Murau califica a la fotografía como “la mayor desgracia del siglo XX”, por su “deformación definitiva de la Naturaleza y del hombre que existe en ella, convirtiéndolos a ella y a él en su caricatura perversa”. Murau tuvo la suerte de no llegar al siglo XXI, en que un ejército de alelados ametralla la superficie entera del albaricoque terrestre las 24 horas del día y en que el ideal parece ser que no quede imbécil en el mundo que no se dedique a fotografiar (o filmar, que lo hace la misma maquinita) sus propias imbecilidades. El fenómeno, exacerbado por la universalización del turismo, es tan descorazonador como el del deporte, que ya hasta invade las aceras de las calles, cuya función antigua era caminar por ellas –tan descorazonador como para llevarme, hace una decena de años, a desembarazarme de la cámara tras tres lustros de fascinados registros portugueses.
Pero nada de esto es aplicable al trabajo solitario y ensimismado que llevan a efecto un puñado de espíritus en estado de inspiración poética, entre los cuales algunos surrealistas, y entre estos, con un vigor, un ritmo interior y una originalidad que nadie excede, Raman Rao. Los veinte espectros que ahora muestra no tienen desde luego nada que ver con las apariencias actuales. En la línea de Accidental windows, surgen figuras de los muros, las rocas, los líquidos espesos, a veces tras un velo inquietante, pero ahora hay también sombras y superposiciones, y las formas espectrales, en que se adivinan cuerpos, rostros, ojos, patas, máscaras, sexos femeninos, monstruos, emanan de troncos, montañas, piedras, grutas, arenales, lugares abandonados... Estos seres fantasmales se insertan en un paradigma que recorre Les mystères de la chambre noire, donde a Édouard Jaguer, que dejaba abierta en la fecha de publicación su antología del surrealismo y la fotografía, hubiera entusiasmado incluir algunas de las fotos de Raman Rao.
Las fotos de Spectra provienen de un estado de hiperlucidez, y de ahí su poderío onírico y su condensación enigmática. Solo acompañan  sus páginas unos versos de In the arms of the honey eaters de Jhim Pattison, cofrade de Raman Rao en Mal Occhio, y la frase “Enternaiment is the death of love”, que lo dice todo acerca de la distancia absoluta tomada con el espantoso reino de la banalidad baja y cobarde en que las sociedades occidentales han desembocado. Los versos de Pattison, que nombran “los delirios de Lautréamont”, se enfrentan a una de las más bellas fotografías de Rao, con un velado cuerpo femenino doble, suerte de “desnudo lento” de adorable sinuosidad serpentina en que el rostro también aparece maravillosamente velado, pero por las propias manos y brazos, del cuerpo emergiendo un rostro turbador. Otra antológica foto acompaña la citada frase, con la sorpresa de aparecer en su parte superior el sombrero blanco con cinta negra del conocido collage con foto-gráfico y foto coloreada que hizo Jindrich Heisler en 1943 (el “foto-gráfico” es una variante checa del fotograma, y Raman Rao titula así sus fotos). Es una pena que las dimensiones de estas dos imágenes me impidan reproducirlas.
Spectra es otra contribución espléndida de Raman Rao al cosmorama surrealista.

Breton en acción

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El amplio catálogo de los museos de Estrasburgo sobre Tristan Tzara incluye esta soberbia foto en que vemos a André Breton irguiéndose contra la bufonada estalinista de Tristan Tzara en su conferencia sorbonesca de 1947 “El surrealismo y la postguerra”. En uno de los varios textos del catálogo encaminados a elevar a los altares la figura del “patriarca apestoso”, que es como Ghérasim Luca calificó al Tzara de aquellos años, hasta se lo quiere presentar como el pobre Tzara que se vio solo al alejarse tanto de los surrealistas como de los existencialistas, como si se pudiera comparar entonces la audiencia de estos con la de aquellos, y más aún, como si no se hubiera agazapado lo mejor posible en el poderoso partido al servicio de Stalin, donde permaneció incluso cuatro años después de que lo entristeciera el aplastamiento de la revuelta húngara.
En la mesa, con caras largas, el “patriarca apestoso” convive con Jean Cassou, académica pero al menos no tan detestable compañía como la del infame Pablo Neruda, con quien lo vemos muy ufano en otra de las fotos. Y entre el público se encuentra Sarane Alexandrian, que ha dejado en L’Aventure en soi un hermoso retrato del evento, en que Breton lo entusiasmó tanto como para abrazar de inmediato el surrealismo, al que permanecería siempre fiel. Como no hay en este volumen ninguna referencia a Alexandrian (ni, por lo que respecta a los rastreros ataques de Tzara, al grupo surrealista de La Main à Plume, que sumó en sus filas ocho víctimas mortales de los nazis), voy a reproducir aquí sus páginas, que no tienen desperdicio.





En los fatídicos preámbulos autoritarios que lleva este tipo de publicaciones, nos encontramos con su excelencia el señor alcalde de Estrasburgo diciendo que “Breton excluyó varias veces a Tzara del movimiento”, como si ni fuera posible corregirles a estos personajillos este tipo de burradas. Pero de resto Tristan Tzara. L’homme approximatif, coordinado por Serge Fauchereau, es un volumen muy rico y completo sobre esta figura, no dejando ni un aspecto de su obra y biografía sin explorar.

El festín de imágenes de Jean-Pierre Paraggio

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En efecto, como lo señala Joël Gayraud en el texto que abre el catálogo de la exposición de Jean-Pierre Paraggio en Seix (Ariège), y que titula “Visión en el coral”, “hace ya casi treinta años que, de exposiciones en publicaciones, Jean-Pierre Paraggio ofrece a nuestras miradas el festín siempre suntuoso de sus imágenes”.
Este catálogo “permanente” de la Collection de l’umbo celebra esas tres décadas no solo de imágenes suyas, sino de incontables publicaciones y ediciones que han sido lugar de encuentro de tantas voces que tienen algo significativo que decir, muchas veces muy cercanas al surrealismo, o del propio surrealismo. Al final hay una lista de exposiciones personales, otra de exposiciones colectivas y una tercera bibliográfica. La primera se abre en 1990, con una muestra de collages prolongados en París, continúa en 1994 en la Galerie Hourglass, al calor de la actividad de Peter Wood (actividad tan generosa como la del propio Jean-Pierre Paraggio), y prosigue hasta llegar a la de ahora, “¿Y la luna, como es que se sostiene?” En las colectivas, hay algunas del área surrealista, como “La marelle des révoltes”, que tuvo lugar en el local de la CNT en París en 1995, con el “Grupo de París del Movimiento Surrealista”; la internacional del surrealismo en Pilsen y Praga en 2000; “El reverso de la mirada” en Coimbra, 2008; “Otro aire” en Praga, 2012; la de L’Or aux 13 Îles en París, 2013; y “La caza al objeto del deseo” organizada por la Liaison Surréaliste à Montréal”, en 2014. En la bibliografía, en fin, aparecen más de veinte publicaciones, acompañando textos de Pierre Peuchmaurd, Anne-Marie Beeckman, Jean-Yves Bériou, Marie-Dominique Massoni, Joël Gayraud, etc.
En este catálogo (dedicado “a los grandes transparentes: Bosch-Brueghel, Giorgio de Chirico, Max Ernst, Fred Deux...” y custodiado por citas entre otros de Breton, Artaud, Mabille, Gilbert-Lecomte, Blake y Maldoror...) hay textos de Joël Gayraud, Roberto San Geroteo, Julien Starck, Claude Barrère, Mauro Placì, Guy Cabanel, Régis Gayraud y Laurent Albarracin.
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Es bueno recordar que Jean-Pierre Paraggio saca siempre (aunque ahora de modo solo digital) las preciosas hojillas de actualidad Soapbox, y que basta con solicitarle el envío a su correo. La última, número ya 39bis, canaliza el apoyo a la gruta de Malokoff que, a raíz de su deslumbrado descubrimiento del Palacio Ideal en 1992, comenzó a edificar cinco años después Jean-Michel Chesné y que aparece ahora amenazada por otro de esos nauseabundos emprendimientos urbanísticos que siguen liquidando el territorio.

Crónica

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Losas (una erótica del caminar) es una entrega de Si Ne Qua Non Ediciones, constituida por fotos de Javier Gálvez y Lurdes Martínez acompañadas de breves textos del primero y con un dibujo de Antonio Ramírez en la contracubierta. Las fotos son de curiosas fracturas en el enlosado callejero, interpretadas eróticamente, o no fuera la primera acepción de la palabra losa esta: “Piedra llana y de poco grueso, casi siempre labrada, que sirve para acariciar y otros usos libidinales”, y la segunda esta otra: “Trampa formada con losas pequeñas, para alargar la excitación erótica”.


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En las Surrealist Editions del grupo de Leeds ha aparecido un segundo conjunto de fotos de Peter Overton, titulado Waterloo & Elsewhere, nuevamente acompañado de textos y con una introducción de Krzysztof Fijalkowski.

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Damos esta dirección del Free Music Archive, con el reciente disco de Mal Occhio Optic Occultation y fragmentos de Sea of Phantoms, en los que intervienen Thom Burns, Stephen Locke, Jhim Pattison y Byron Baker:
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Gilles Brenta, uno de los últimos exponentes del surrealismo belga, expone hasta el 21 de diciembre sus “Sabotajes” en la galería Loin-de-l’oeil, Gaillac.

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Hasta el 29 de noviembre, tiene lugar esta exposición de Marie-Laure Missir, quien pocos días después abre otra de collages en la galería L’Ivre d’Art de Bécherel.


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Year of the Quiet Sun es una edición limitada de tres collages de Ludwig Zeller, en una forma novedosa de imprimir a mano (“letterpress”), al cuidado de Deborah Barnett, de Someone Editions, y Beatriz Hausner.

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Una semblanza muy rica, incluso definitiva, de Suzanne Césaire aparece en el n. 13, fase II, de A Agulha. Su autora es Laurine Rousselet, quien ha hecho un trabajo espléndido.

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El libro sobre Jan Krizek elaborado por Anna Pravdová y Bertrand Schmitt, con 349 páginas y 559 reproducciones, ya tiene una edición francesa: Jan Krizek “Chez moi, l’homme ne doit jamais disparaître” (frase respuesta a la dictadura abstraccionista de los años 50). Buena noticia, ya que la edición checa me fue imposible conseguirla en su día.

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El volumen 20 de Dada/Surrealism (revista ya completamente alejada de su viejo y rancio antisurrealismo natal) se centra en la vanguardia y el surrealismo rumanos. Por momentos viene a ser como una versión anglosajona de “Infra-noir”, un et multiple. Un groupe surréaliste entre Bucarest et Paris, 1945-1947, ya reseñado aquí. Hay algunos inéditos, trabajos sobre todas las figuras del grupo, el clásico de Édouard Jaguer sobre Jules Perahim, un ensayo de Krzysztof Fijalkowski sobre las cubomanías, etc.
En cuanto a Gellu Naum en el año de su centenario, se le ha dedicado también el vol. IX, n. 2 de la revista Hyperion.

Nicole Espagnol

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Nicole Espagnol y Alain Joubert en el Palais del Facteur Cheval, 1974

Il était une dame es una preciosa publicación que reúne todos los escritos de la maravillosa Nicole Espagnol. Edita en Montreal L’Oie de Cravan, e incluye también fotografías, a las que Alain Joubert, compañero de toda su vida, ha puesto títulos.
Nicole Espagnol nació en 1937, y fue lectora juvenil de Jarry, Lautréamont, Sade y Breton y los surrealistas. Determinante fue su encuentro con Alain Joubert en 1958, ya que además la llevó a integrar el grupo surrealista, hasta la ruptura de 1969.
Il était une dame lleva como presentación un bello texto escrito por Marie-Dominique Massoni en 2006, año en que Nicole Espagnol desaparecía. Recordemos que Alain Joubert escribió entonces el emotivo libro Une goutte d’éternité, dedicado “a ti, Nicole, mi heroína, porque viva o muerta, tú eres la que yo amo”, y donde se relata su encuentro ineluctable, inicio del “amor absoluto” entre ambos, prolongado durante cinco décadas.
André Breton es quien publica por primera vez sus poemas, en el n. 7 de La Brèche(1964). Otros aparecen en las décadas siguientes en Le Désir Libertaire, Camouflage, Homnésies y Cahiers de l’umbo (el poema “Mimi écart”, dedicado a Mimi Parent), publicaciones en que se seguía expresando el surrealismo. De 1983 es Little magie, septenario poético con cuatro litografías de Jorge Camacho, que han sido también reproducidas aquí, en todo su color. Cierran el conjunto dos poemas inéditos.
Nicole Espagnol, El sueño de Fantomas
La serie de “Textos varios” comienza para mí con una sorpresa, al descubrir que un precioso texto del catálogo “Armas et bagages” publicado en Lyon en 1975 y firmado por Sophie Des, pertenece a Nicole Espagnol. Como Sophie Des participa también, tres años después, en Huit mois avec sursis, obra de “poética-ficción” en que intervenían Joubert, Georges Sebbag y Paul Virilio, entonces en el colectivo Quando. El catálogo de “Armes et bagages” es una de las más magníficas demostraciones del surrealismo que proseguía, pese a los intentos por enterrarlo de Jean Schuster, quien, escoltado por su par de guardaespaldas, no soltaba la pala en la mano. Precisamente le cabe el honor a Nicole Espagnol de publicar en 1990 un soberbio panfleto contra Jean Schuster, motivado por sus ignominias en un libro de intercambio de cháchara en que se intentó poner a la altura de Michel Leiris, titulándolo Entre augures; definiéndolo como un “impostor”, Nicole concluye: “La única traza que dejará Monsieur Jean Schuster es la tentativa de erradicación del Surrealismo –uno de los movimientos más exaltantes del siglo– por los medios más viles”.
Otros textos son los de Je suis-bête, que publicó también L’Oie de Cravan, en 2003, historias y anécdotas sobre animales, dedicadas a François-René Simon, y las vivaces intervenciones en Le Cerceau, la publicación periódica que entre 1994 y 1998 animó una época particularmente miserable, y cuya originalísima maquetación y título se debieron a ella. En sus artículos y notas, Nicole Espagnol habla de Arno Schmidt, Jean Paul, Ladislav Klima, Robert Walser, Mervyn Peake, etc., con suma inteligencia y suma finura.
Las fotos, que es una pena no sean más, “dan todos sus poderes al azar, al encuentro, a lo insólito que revela lo que palpita en lo más cotidiano, lo más común” –escribe Alain Joubert, quien, al ponerles título, no ha hecho sino seguir un hábito muy del surrealismo. La de portada, en cambio, es un detalle de la que le hizo Robert Lagarde a Nicole con un cuervo en las manos y que inspiró una caja de Alan Glass, reproducida al final del n. 2 de L’Or aux 13 Îles.
He aquí un libro que es bueno que exista. Honra le sea hecha a L’Oie de Cravan.

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Nicole Espagnol, ¿A quién tengo el honor?

Si la foto del cuervo me recuerda el río Erges a su paso fronterizo por la villa portuguesa de Segura –similares piedras graníticas y sobrevolado por cuervos, aparte águilas y cigüeñas negras–, el caballero balzaquiano me hizo pensar de inmediato en el aldeano miñoto de grandes bigotes que me sorprendió dándole la vuelta a la señorial Casa do Bairro de Moure, pero detrás de un muro y más divertido que risueño. Creo que Nicole Espagnol se hubiera deleitado con él.


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En estas dos lujosas páginas del n. 2 de L’Or aux 13 Îles tenemos el texto y la foto de Suis-je bête, junto a la caja de Alan Glass y el comentario de Alain Joubert.



Lou Dubois, buscador de estrellas

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Lou Dubois, Souvenir de Brighton

Una nueva exposición de Lou Dubois se inaugura mañana jueves en la galería Les Yeux Fertiles, 27 rue de Seine. Son cajas, montajes y collages reunidos bajo el título de “Aux sources de l’éclair”.
En la imagen del catálogo, Souvenir de Brighton,nos saluda Erik Satie. A la escuela de Brighton pertenecía George Albert Smith, fotógrafo de retratos (quizás fuera él quien fotografió a Satie niño, cuando su madre inglesa veraneaba en Brighton) e inventor del “kinemacolor”. La pipa inhaladora de mentol la encontró Lou Dubois en el rastro de Brighton.
Con ocasión de esta exposición, ha sido editado el libro de artista Chercheurs d’étoiles à dormir debout, en Venus d’Ailleurs, que ya dio a la luz hace un año el precioso librito Mad is Rose.
Lou Dubois es uno de los maestros del correo artístico, y de él tengo el placer de atesorar una docena de sobres maravillosos, de los que doy hoy dos muestras. Se trata de un género muy arriesgado, ya que cualquier cartero de buen gusto y sin muchos escrúpulos no dudaría en quedarse con estas cartas. Por suerte, predomina incluso la bestialidad, como se advierte en los garabatos de la segunda carta, la que por cierto fue devuelta a París, por lo que la dama fue flotando tres veces por encima del mar. En contrapartida, obsérvese en la primera cómo pudo escapar el jilguero al triste destino del matasellos.


Paul Bogaers

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Estudio de Paul Bogaers, 2014

De Paul Bogaers ha habido reciente noticia en Lo que será, el n. 2 de Hydrolithy el 3 de A Phala. Amigo de los surrealistas neerlandeses, Bogaers era conocido sobre todo por sus fotografías extendidas y por el libro Upset down (2010), que trata de la fotografía de los pensamientos. Pero ahora da la sorpresa con su obra en cartón piedra, originalísima, con una muestra amplia en la exposición “My life in the bush of ghosts”, título tomado de un influyente disco de Brian Eno y David Byrne (1981), a su vez tomado de una novela del nigeriano Amos Tutuola (1954) donde se describían las errancias por un monte de fantasmas, que Paul Bogaers afirma visitar diariamente.
Estudio de Paul Bogaers, 2015
Es enorme el interés que ofrece esta nueva inmersión africana, tras las de Cruzeiro Seixas y Jules Perahim. Paul Bogaers se puso a trabajar el cartón piedra –un “material fantástico”– cuando comenzó a interesarse por las imágenes y las máscaras africanas. Rodeado en su estudio de infinidad de objetos que lo inspiran, considera que una imagen demora en completarse: “En la tradición occidental se hace una cosa y se da por concluida. Se cuelga en un museo o en una iglesia y allí se queda. Con las esculturas africanas es diferente. Son usadas en rituales, y en el proceso se le añaden otras cosas: objetos, sogas, sangre sacrificatoria. Las imágenes cambian continuamente, y tienen que hacerlo si quieren permanecer «vivas». Creo que eso es algo maravilloso y lleno de sentido. El arte occidental y especialmente el arte moderno han tomado un camino minimalista. Menos es más. Pero para esas imágenes africanas y también para mi trabajo, más es más. Cada adición, si es la adecuada, refuerza el poder de la imagen”.
No extraña que para Paul Bogaers la palabra invocación sea fundamental, en la búsqueda de “fuerzas y poderes que no son visibles aunque no por ello dejen de definir nuestras vidas”. ¿Y merece recordarse que el término arte jamás ha existido en los idiomas africanos, hasta la invasión de la barbarie europea?
“My life in the bush of ghosts” se celebra en la galería Foam de Amsterdam hasta el 17 de enero de 2016.
www.foam.org

Rik Lina: la aventura del dibujo

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Rik Lina, Reefscape, 2002

Vuelve Rik Lina a ser noticia en nuestra página, al acabar de aparecer en Amsterdam el libro Het avontuur van tekenen, antología de unos 300 de los millares de dibujos que ha realizado desde fines de los años 50, elegidos por él mismo como los más característicos de sus sucesivos momentos. Los diferentes capítulos cronológicos –nueve en total– van precedidos de poemas de Jan Bervoets, otra notable figura del surrealismo neerlandés.
Rik Lina,
Liana, 2012
Una de las cosas que más sorprenden en la obra dibujística de Rik Lina es la poderosa unidad que ofrece, siempre bebiendo en las mágicas fuentes de la naturaleza, como si fuera un amerindio trotamundos. Por sus imágenes de trazo rápido y seguro pasa la vida secreta y salvaje, árboles, bosques, junglas, montañas, cardos, arrecifes coralinos, animales pelágicos a la deriva de los mares, rayas, medusas, delfines, pulpos, tiburones, pájaros, pelícanos, camarones, mariposas, colibríes, lagartos, cactus, lluvias tropicales, terremotos, torbellinos, huracanes, constelaciones... También, dragones que evocan los de Renzo Margonari. Y muchas veces, las exuberantes formas femeninas irrumpiendo, incluidas las de una mujer tiburón (la mujer tiburón hace pensar en la célebre aventura de Maldoror, a quien por lo demás se celebra, en expresiva continuidad y fidelidad, tanto en El meteoro. Lautréamont, que es de 1971, como en Maldoror, que es de 2000).
Erotismo, metamorfosis, ascensión de lo sutil por separación de lo espeso, el principio omnipotente de la analogía y la música de la naturaleza, que es la más bella música, aunque Rik Lina también presente varios Free jazz de diferentes épocas, en la ecuación que para él hay entre el jazz y el automatismo plástico.
En la primera foto de las que abren las secciones del libro tenemos a Rik Lina en los Pirineos, año de 1963, y en la última lo vemos dibujando en el Cabo Mondego en 2010; en medio quedan Amsterdam, Bonaire, Saba (el bosque de Elfin y la bahía de Wells), Scuba, el desierto Atacama de Chile. El Cabo Mondego parece ser su residencia definitiva, en uno de los países que ha acabado consagrándose como una de las tierras electivas del surrealismo. Hasta el punto de que también a Rik Lina, como recientemente a Miguel de Carvalho y a Zuca Sardan, lo ha inspirado Mariana Alcoforado –en su caso multiplicada nada menos que por tres (Tres monjas portuguesas, 2009).
De 1959 a 2015, Rik Lina ha protagonizado una de las aventuras más fértiles, duraderas e inspiradas del territorio surrealista, todo un triunfo –sobre la realidad rugosa– de los lujos alquímicos del automatismo, que al final no viene a ser sino un retorno en nosotros de la voz de la naturaleza.
La edición de Het avontuur van tekenen se debe, como la de Multiversum, a kadeKUNST, Amsterdam (www.kadekunst.nl).

Rik Lina en el Cabo Mondego, 2010

Seixas Peixoto, de pie sobre el huevo

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Seixas Peixoto, díptico de la serie Oro sobre azul, 2011

Seixas Peixoto celebra treinta años de actividad artística con el libro de collages y dibujos Little boy blue, título de un blues clásico que grabó Robert Lockwood por primera vez en 1942, basándose en una canción de cuna pero incorporándole imágenes violentas, y que tendría grandes versiones de Lightning Hopkins, John Lee Hooker, Scrapper Blackwell, Otis Spann y Walter Horton; curiosamente, en el lenguaje jazzístico ya lo registraban Sharkey Bonano, Billy Kyle, Teddy Hill, Ella Fiztgerald y Bunny Berigan en 1937.
Este libro objeto con 17 imágenes que nos transportan a una historia basada en el azar fue presentado hace unos días en la librería conimbricense de Miguel de Carvalho, uno de los principales centros mundiales de reunión de las huestes surrealistas.

Roberto Yáñez, “El reino inestable”

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Roberto Yáñez, El árbol de la sabiduría

Las Ediciones Derrame acaban de publicar un nuevo libro, en este caso de Roberto Yáñez, uno de los fundadores del grupo en el año 2000, junto a Aldo Alcota, Rodrigo Verdugo y Rodrigo Hernández.
El reino inestable es el quinto de sus poemarios, tras Poemas encontrados en San Pedro de Atacama, Espejo ultrasombra (que fue ilustrado por Aldo Alcota), El objeto del vértigo y Lluvia de primavera.
El reino inestable se compone de 32 poemas en prosa o “pasajes” y lleva un breve prólogo de Rodrigo Verdugo, que puede consultarse en este enlace:
http://letras.s5.com/rver181115.html

Exposición “encontrada” de Katerina Pinosová

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Cádiz es sin duda un buen sitio para el encuentro de los surrealistas, por sus propias características, sobre todo marinas, y por la ya no tan reciente instalación en ella de Bruno Jacobs.
Tras varias fulgurantes exposiciones callejeras, ahora tenemos una que es una sorpresa... incluso para los propios “expositores”. Estamos en la Galería Castillo de San Sebastián, 24 de noviembre de 2015, y el capturador es Javier Gálvez, de nuevo de paso por tierras gaditanas.
En Other air, Katerina Pinosová, que forma parte del círculo surrealista A.I.V. desde 1995 y del grupo checo y eslovaco desde 1997, narra la creación del objeto Jemu (2003), y tiene una presencia muy rica, con poemas, pinturas, esculturas, objetos, sueños, dibujos y fotos.


Fotos de Peter Overton

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Peter Overton, foto en Waterloo & elsewhere

En las Surrealist Editions del grupo de Leeds ha aparecido un segundo conjunto de fotos de Peter Overton, titulado Waterloo & elsewhere. El anterior, Down victory!, es de 2007 y llevaba una introducción y un postscriptum de Kenneth Cox. En el origen de aquellas fotos estaba el juego del grupo de Leeds “Exploraciones de ausencia”, sobre cuatro lugares abandonados. Las fotos de ahora, la mayoría en color, siguen la misma indagación, aunque centrándose más en los objetos.
El texto inicial, “Down is up”, lo firma ahora Krzysztof Fijalkowski, quien inserta el trabajo fotográfico de Peter Overton en la línea abierta por Atget, continuada entre otros por Emila Medková y Alois Nozicka (y los checos en general) y llevada a nuestros días, principalmente, por los grupos de Leeds, Praga, Madrid y Estocolmo.
Si las fotos de Down victory! iban acompañadas en la página opuesta de un texto inspirado en ellas, las de Waterloo & elsewhere llevan un breve pie que va conformando el poema final que da título al conjunto. En cualquier caso, estamos ante dos expresiones interesantes de un nombre del surrealismo que ya conocemos desde los años 80, cuando animaba Extrance, una de las publicaciones en que se producía el tan constante como impredecible resurgir del surrealismo.

Guy Girard/Friedrich Nietzsche

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Pierre-André Sauvageot, collage
Guy Girard alcanza el número 17 de sus autoediciones en Saint-Ouen con Le déménagement du territoire, diálogo con buena parte de las sentencias e interludios que agrupó Nietzsche en la sección cuarta de Más allá del bien y del mal.
Como este libro era uno de mis favoritos de Nietzsche, tuve la suerte y la diversión de poder cotejar los textos de Guy Girard con los suyos. El ejercicio retrotrae a Isidore Ducasse y puede decirse que podía haberse explorado más de lo que se ha hecho en el surrealismo y fuera de él. Guy Girard elude las sentencias misóginas, uno de los puntos endebles del pensador alemán, por no hablar de aquella estupidez del “superhombre” o de la “voluntad de poder”, que como mínimo eran expresiones mal elegidas. En los “años de penitencia”, que decía Octavio Paz, recuerdo la electricidad de Más allá del bien y del mal y sobre todo de La genealogía de la moral, pero también el cansancio rápido que me produjeron las majaderías de Zaratustra, nada proclive que he sido siempre a los gurús (otro que me pareció insoportable por los mismos años era el Don Juan de Castaneda): creo que la verdad no debe buscarse con ayuda de nadie, y en este sentido André Breton no fue para mí sino alguien que confirmaba mis intuiciones (lo que no es poco en un mundo hecho de opacidad y mala fe, que solo busca desviarnos de toda autenticidad).
Es una delicia tanto leer las sentencias autónomamente como contrastándolas con las nietzscheanas. Escribe Nietzsche: “Una cosa que queda explicada deja de interesarnos. ¿Qué quería decir aquel dios que aconsejaba: «¡Conócete a ti mismo!»? ¿Acaso esto significaba: «¡Deja de interesarte a ti mismo! ¡Vuélvete objetivo!» ¿Y Sócrates? ¿Y el «hombre científico»?” Y Guy Girard: Una cosa inexplicable deja de emocionarnos. ¿Qué quería callar el que nos obligaba a la objetividad? Percevaldoror invita al gayo saber”. Nietzsche: “Quien no sabe encontrar el camino que conduce a su ideal lleva una vida más frívola y descarada que el hombre sin ideal”. Y Guy Girard: “Quien, llevado por su revuelta, encuentra el camino de su ideal vive de manera más insolente, más luminosa que quien tiene el ideal frívolo”. Nietzsche: “El sentido de lo trágico aumenta y disminuye con la sensualidad”. Y Guy Girard: “El sentido de lo maravilloso aumenta y disminuye con la sensibilidad”. Son solo tres ejemplos de las 55 “sentencias” que componen Le déménagement du territoire.
Como de costumbre, el cuadernillo de Guy Girard lleva un precioso frontispicio de Pierre-André Sauvageot, en este caso remitiendo a la nota introductoria de Guy Girard, que versa sobre el lugar de Nietzsche en “el arsenal filosófico del surrealismo”, citando a Georges Bataille, André Masson, René Char, Georges Henein y, por supuesto, el capítulo bretoniano de la Antología del humor negro, pero también una rareza como el exaltado, virulento poema de Fanny Beznos en el n. 9-10 de La Révolution Surréaliste. Georges Sebbag ha dedicado, en sus libros sobre el surrealismo y la filosofía, páginas muy agudas a Nietzsche, desde su ensayo sobre la Mole Antonelliana, pero ya inaceptable es un reciente intento por demostrar que el principal progenitor intelectual del surrealismo no fue Freud ni Hegel, sino Nietzsche. Curiosamente, en el juego de “Ouvrez-vous?” (Médium, n. 1,1953), Nietzsche recibía nueve síes y cinco noes (entre estos el de Adrien Dax: “No, debe hablar demasiado alto”, y el de Wolfgang Paalen: “No, admiraba demasiado la armada prusiana”).
Con esta publicación de Guy Girard (que ya había incluido a Nietzsche en uno de los sueños de su Abrégé d’histoire universelle vu en rêve, donde se lo encontraba cerca del Madrid revolucionario cuando se dirigía con unos anarquistas a fusilar una estatua de Cristo, y con quien sostenía unas “confusas consideraciones estéticas sobre las latas de sardinas”), estamos ante otro de los capítulos de Nietzsche y el surrealismo. Para Guy Girard, “el eco de su risa es el de la tragedia permanente del individuo confrontado no tanto a lo que lo aliena (en el sentido en que esto implica una dialéctica) como a lo que lo encierra en el juego de espejos mortíferos de la moral dominante”. Y en este sentido el mejor Nietzsche continúa siendo un pensador liberador.


Tinta viva de Jean-Pierre Lassalle

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El n. 448 de la colección Encres vives se dedica a Jean-Pierre Lassalle, de quien ya había aparecido allí Les petites Seymour. En la contraportada leemos:
“La vida y la obra de Jean-Pierre Lassalle parecen presentarse como las mansiones del teatro medieval: mansión surrealista; mansión esotérica; mansióncaballeresca; mansión de las mujeres amadas bajo el doble signo de Eros y de Ágape.
Humor, creatividad en los temas y las imágenes, pero también tonalidad elegiaca caracterizan esta nueva recopilación.
«Quien imagina sin erudición tiene alas pero no tiene pies», escribía Joubert en sus Carnets; el poeta surrealista Lassalle calza las sandalias aladas de Hermes”.
El título de esta bella recopilación de dieciséis poemas, Il convient, es la divisa autógrafa de Antoine Lassalle, antepasado del poeta, que la grabó el 18 de mayo de 1420 sobre las paredes de la Gruta de la Sibila (en Les Buttes-Chaumont, uno de los lugares claves del surrealismo), como refiere Lassalle en “Rêver de convenir”.
Otro de los poemas incluidos es “Matta no es de los que mueren”, evocando la ceremonia sadiana surrealista que tuvo lugar en la casa de Joyce Mansour, y a la que Lassalle asistió. El último, “Hanko Miastik”, extrae de los “sargazos de la memoria” los nombres de muchos amigos surrealistas ya muertos, aparte André Breton: Marcel Duchamp, René Alleau, Roger Van Hecke, Jean Palou, Sarane Alexandrian, E.L.T. Mesens, Guy Rosey, Gérard Legrand, Gaston Puel, Adrien Dax...

El trapecio volador

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El n. 43 (otoño 2015) de la revista Midi-Pyrénées Patrimoine, dedicado a las “huellas meridionales del surrealismo”, nos depara una sorpresa al revelar la existencia en Tolosa, allá por los años 30, del grupo surrealista “Trapèze Volant”, también llamado movimiento K.O.
Raphaël Neuville ha hecho un gran trabajo rescatando los avatares de esta pionera aventura provincial del surrealismo, protagonizada por un grupo de estudiantes ideológicamente radicales aficionados al jazz y, sobre todo, al cine. De hecho, el grupo se funda, el 14 de junio de 1933, con ocasión de una velada especial en el cine Le Fantasio, donde fueron proyectadas La edad de oro, Black and tan fantasy (precioso cortometraje con Duke Ellington y sus muchachos) y Una vida de perro de Chaplin. El nombre que quedará asociado duraderamente al surrealismo es Adrien Dax (de hecho, yo sí tenía noticia de que Adrien Dax había animado un grupo surrealista en Tolosa en 1933), siendo algunos de los otros Lucien Bonnafé (estudiante de medicina a la sazón y luego psiquiatra), Jean Marcenac, Gaston y René Massat, Jacques y Léo Matarasso, Marie-Louise Barron, Paul Ollé, Stéphane Barsony, Henry Cazals, Claude Malafosse... Descubren el surrealismo gracias a Ginette Augier, estudiante de filosofía en Tolosa y amiga de Joë Bousquet, quien fue decisivo en la cristalización del grupo. Ginette regala un manuscrito de Bousquet a Gaston Massat, quien lo visita, quedando fascinado por su colección, en aquel cuarto mágico de Carcasonne: “Tuve la impresión de que el mundo y mi vida comenzaban en ese momento. Max Ernst, Magritte, Tanguy se abrían como puertas”. Todo se desencadena de modo vertiginoso, como ha ocurrido tantas veces en el surrealismo. Leen a Rimbaud, a Lautréamont, a Sade, junto a los textos mayores del propio surrealismo. Y lo leen como es debido, o no hubiera afirmado Bonnafé que “la lección surrealista es una lección de libertad”.
En 1933, el grupo organiza una exposición, celebrada, con sentido escenográfico no convencional, en la sala de entrada del cine. Se compone de fotografías, fotogramas, collages, dibujos y pinturas ejecutados por una decena de personas, ninguno de ellos considerándose “artista” e incluso realizando ante los visitantes, el día de la inauguración, collages a partir de revistas ilustradas. Porque “la poesía debe ser hecha por todos”.
Pero lo que más llama la atención, por su carácter pionero, es la combinación de las obras propias con producciones de locos, provenientes de la colección del entonces director del asilo de Braqueville, con quien en sus cursos ha conectado Marcenac. Entre ellas destacan las de un maniaco desconocido que desde 1915 dibujaba a color el mismo sujeto todos los días: en total seis mil ejemplares del mismo modelo, ferozmente anticristiano, pero del que por desgracia no restan imágenes ni descripciones.
La politización de la época, con el ascenso de la extrema derecha y los violentos motines antifascistas en el centro de Tolosa en junio de 1934, hacen imposible la continuidad del grupo, que rápidamente se dispersa. Matarasso y Bonnafé se instalan en París, donde, con Marcenac, conocen a los surrealistas en el café Les Deux Magots, visitando Bonnafé y Marcenac a Breton en la Rue Fontaine. Marcenac publicará varios poemas, por iniciativa de Breton, en Intervention surréaliste, pero luego se desorienta al estalinismo, convertido en íntimo de Aragon y Éluard.
El estudio de Raphaël Neuville viene acompañado de reproducciones inéditas de obras expuestas en 1933, conservadas en los archivos de Bonnafé. De ellas, el collage Palais de mirages ostenta una calcomanía bien anterior al redescubrimiento de Domínguez.
Como lecturas recomendadas, se anotan las cartas de Joë Bousquet a Ginette Augier (Lettres à Ginette, 1980), de Lucien Bonnafé Désaliéner? Folie(s) et societé(s)(1991), de Jean Marcenac Je n’ai pas perdu mon temps (1982) y de Annie Weidknnet Un ciné-club en 1933 (1988).


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André Breton observando un sapo en el jardín de Saint-Cirq-Lapopie

Pero este pleno descubrimiento no es lo único de este suplemento fabuloso dedicado al surrealismo. Se abre con un trabajo de Alain Paire sobre la legendaria habitación de Joë Bousquet, y, tras el trabajo de “Le Trapèze Volant”, continúa Didier Foucault disertando sobre la diáspora surrealista en el Mediodía tolosano, durante los años 40-45, atendiendo especialmente a Bellmer. Mireille Larrouy escribe sobre Artaud, Ferdière y Delanglade en Rodez, y Dominique Rabourdin sobre Breton en Saint-Cirq-Lapopie. Raphaël Neuville vuelva a la carga enfocando a Adrien Dax (de cuya obra es un gran conocedor) y luego a Raymond Borde, gran cinéfilo amigo de los surrealistas cuya ruptura con ellos, a diferencia de otros casos, resulta hoy mohosa por lo inmerecida e innecesaria.

Guy Cabanel

Queda para el final el otro plato fuerte del suplemento: una muy rica entrevista a uno de los grandes nombres del surrealismo, ese poeta inmenso que es Guy Cabanel. No hay aquí ni un momento sin aliento, y ya de por sí merece la obtención de la revista. Me limitaré a traducir estas palabras suyas, que vienen tras la afirmación de su rechazo del gesto liquidacionista de 1969: “He de confesar que, si creo firmemente en la permanencia del surrealismo, no escribo ni actúo de manera deliberada para mantenerlo. No escribo con vistas a prolongar el vuelo surrealista, pero sé que esa es la mejor manera de contribuir a ello”. La entrevista viene seguida de unos poemas inéditos asociados a obras de Robert Lagarde, cinco maravillas en ese diálogo entre poeta y artista que tan fecundo ha sido siempre en el movimiento surrealista.

Robert Lagarde, Sacude tus brumas

Rápidos

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He aquí un vídeo en que Ron Sakolsky, surrealista y anarquista, habla de su nuevo libro, Mutual acquiescence or mutual aid?:
Lo que nos lleva a anotar este otro, de 2013, presentado por Penelope Rosemont:

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Ya se ha editado el último número de A Ideia, dedicado, como los dos anteriores, al surrealismo, y que reseñamos aquí anticipadamente.

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Maria Estela Guedes ha publicado cinco títulos de la nueva colección Cadernos Surrealistas Sempre. Entre ellos están el de João Garção O teatro surrealista em Portugal, el de Claudio Willer A verdadeira história do século 20 y el de António Cândido Franco História e mito do surrealismo em Portugal.

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Este domingo, a los 87 años,  murió Alain Jouffroy, a quien se deben tantas buenas y apasionadas páginas sobre el surrealismo, y hace unas semanas, a los 95 años, Gisèle Prassinos, cuyos poemas y cuentos, sobre todo los de los años 30, no faltan en ninguna de las grandes antologías del surrealismo.

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Centenarios del año 2016, si mis datos andan bien:
Marcel Lefrancq, Paul Paun, Dolfi Trost, Juan Eduardo Cirlot, Ünica Zurn, Emile Van Moerkerken, Manuel Viola, Tristan Meinecke, Carlos Latorre, David Gayscone, Carl Otto Hultén, Albert Dumouchel, Fernand Leduc y Roger Roughton.
1916 fue un año clave para el surrealismo: Breton se encuentra con Vaché y descubre el arte primitivo, la pintura de Giorgio de Chirico, la obra de Jarry, el psicoanálisis de Freud…

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En una reciente subasta de libros, dibujos, fotos, collages, etc., que tuvo lugar en Limoges, la pieza que nos pareció más interesante fue la de Claude Tarnaud Las alegres mironas Braille, variante de otra que ya reproducimos aquí mismo, aunque en aquella se valía también de la cera y la tinta china y el título era Las alegres mironas Braille. La anémona de mar. Bellas danzas de manos, pero ¿cuándo reunirá alguien estas joyas de Tarnaud?


C. Tarnaud, Las alegres mironas Braille, c. 1960

















C. Tarnaud, Las alegres mironas Braille.
 La anémona de marc. 1960






















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Una corrección hemos realizado a la reseña de Il convient de Jean-Pierre Lassalle, por lo que rogamos su relectura.

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Y nos despedimos con una imagen apropiada a estas cristianas fiestas:


Aunque esta, con dibujo de la mayor artista del siglo XX, es aún superior:


Alain Joubert

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Alain Joubert anuncia para el próximo año un nuevo libro y la segunda edición de Le mouvement des surréalistes ou le fin mot de l’histoire, obra capital para entender la ruptura producida en el seno del grupo surrealista de París en 1969, y muchas cosas más. Esta edición se verá enriquecida por un largo postfacio destinado a lanzar algunas pasarelas entre el ayer y el hoy. El libro nuevo lleva por título íntegro Pour le Grand Surréalisme. La clé est sur la porte. Fragments désordonnés d’un impossible manifeste.
A la vez, Alain Joubert ha hecho circular un texto demoledor en respuesta a la “Entrada de los figurantes” que Jean Bazin y Jerôme Duwa publicaron en el último de los Cahiers Benjamin Péret y al que yo aquí mismo aludí hace poco. “Salida de los payasos” es una divertida burla del schusterianismo recalcitrante que aún forma parte del folklore liquidacionista, y concuerda en lo esencial con los términos de mi comentario. Cierre del texto de Joubert: “Cuando pienso que estos guiñoles no divertidos son quienes han puesto la mano sobre la Asociación de los Amigos de Benjamin Péret, imagino sin dificultad, yo, que a diferencia de ellos lo he conocido,su reacción ante tamaña impostura”.
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